Sea como fuere lo que pienses, creo que es mejor decirlo con buenas palabras. (Shakespeare)

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viernes, 21 de junio de 2013

HANAMI

Porque tú, oh Señor, me has alegrado con tus obras, cantaré con gozo ante las obras de tus manos. (LBLA) Salmo 92:4


El Hanami es una antigua tradición japonesa que consiste en tomarse un tiempo durante finales del mes de marzo y todo el mes de abril para apreciar la belleza de la flor de cerezo. Con la llegada de la primavera en Japón, los cerezos en flor llamados "Sakura" florecen y los japoneses según esta tradición disfrutan de paseos y comidas al aire libre en los jardines, parques y plazas donde encuentra esta hermosa flor.

El Hanami es esperado por los japoneses desde el mismo momento en que acaba el Hanami anterior -dado que dura muy poco-, porque les permite olvidarse de todas aquellas estrictas obligaciones y formalidades que deben soportar en su rutina diaria, y ofrecer lo mejor de sí mismos: amabilidad, simpatía, orden, y sobre todo el disfrute de los detalles más mínimos de la vida.

 El salmista ofrece la posibilidad de ver el obrar de Dios mediante la quietud y contemplación. ¿Cuánto nos perdemos del aquí y el ahora? Perdemos oportunidades valiosas de saborear la belleza de pequeñas cosas por enredarnos en nuestra cotidianidad o paradigmas. Ojalá hiciéramos hanamis continuos, que nos harán estar agradecidos del portentoso obrar de Señor y valorar cada instante de nuestra frágil y corta vida.

miércoles, 23 de enero de 2013

Mi Nombre es...


En la arena del Circo romano...

CÓMODUS (emperador): Tu fama es muy merecida español. No creo que haya habido un gladiador que pueda compararse a tí. ¿Porqué no se revela y nos dice su nombre? (Máximo permanece en silencio..) ¿Tienes nombre?
MÁXIMO: Mi nombre es Gladiador (Da la vuelta y se aleja)
CÓMODUS: ¿Como te atreves a darme la espalda? ¡Esclavo! ¡Quitate el casco y dime tu nombre!
MÁXIMO: (Muy lentamentte se quita el caso y vuelve el rostro a su enemigo)
                Mi nombre es Máximo Décimus Meridius, comandante de los ejercitos del Norte, general de las legiones de Felix, leal servidor del emperador Marco Aurelio. Hijo de un padre asesinado, marido de una esposa asesinada,y haré justicia en esta vida o la otra.

Conocer mi nombre implica tener presente de dónde he venido, las pruebas que he enfrentado - y las que vendrán, haber iniciado el viaje y encarar al enemigo. Cómo hombre se quien soy, y la valía que tengo como Hijo de Dios. Los hombres de hoy día debieran conocer su nombre, un nombre que no le podrán quitar nunca , tener dignidad, asumir las derrotas, iniciar las causas justas, ser portadores de la justicia, fuerza y valentía que deben caracterizar a un hijo de Rey. 

domingo, 20 de enero de 2013

¡QuE JaRTeRa, que DeSdiCHadO SoY!

















 Desde los inicios de la humanidad, el hombre ha estado en una búsqueda de lo que pueda llenar sus faltantes. Muchos en esta búsqueda corren de aquí para allá, como barcos a la deriva llevados por todo viento en medio de la oscuridad, perdiendo no solo el rumbo sino la alegría de  vivir.
Por alguna razón han sido afectados por el virus del inconformismo. 

Las escrituras nos muestran en el capítulo 11 del libro de números  un evento que nos parece bastante familiar.  Un pueblo que marcha con la presencia de Dios hacía la promesa dada por El, en tiempos de Abraham; un pueblo santo que ha sido preparado para  poseer literalmente una tierra donde fluye leche y miel. El pueblo que goza de la gracia, dirección y protección de Dios,  ahora después de 18 meses y de 480 Km en las duras condiciones del desierto, se desanima. Y nos identificamos sencillamente porque cuando las circunstancias son adversas y salidas de control, perdemos el enfoque y nos quejamos. En las circunstancias difíciles de la vida surgen lo mejor y también lo peor de las personas. En este último aspecto adoptamos actitudes incorrectas que influyen en nuestra calidad de vida y en últimas, en sus desenlaces.  El pueblo de Israel tomo actitudes incorrectas que le llevaron a perder la perspectiva que Dios les había trazado.

1. Inconformismo frente a las circunstancias.

Exceptuando el evento de la adoración del becerro de oro, este tiempo hasta ahora evidenciaba la presencia y cuidado del Señor: eran guiados, protegidos y les era dada la provisión. ¿Qué más se podía pedir? No obstante el pueblo de Dios estaba inconforme. “Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; lo oyó Jehová y ardió su ira…” (v.1) Esta sería la primera de las tres quejas mencionadas, entre el trayecto del Sinaí y Cades Barnea, frontera sureña de la tierra prometida.  A pesar de las duras condiciones del desierto, el pueblo Israelita tenía mucho porque estar agradecido: gozaban de la gracia y favor de Dios, sobre autoridad fueron puestos lideres devotos, estaban a punto de recibir la promesa de una tierra fructífera y lo mejor, eran ahora libres!
Pero pudo más el peso de las circunstancias, y el pueblo tomó una actitud en contra de su Dios, que lo enojó en gran manera. Las actitudes de los israelitas reflejaban aún  los 400 años de esclavitud vividos en Egipto. No  disfrutaban su libertad sencillamente porque no la entendían. ¿Será que nuestra pasada manera de vivir aún nos impide gozar la libertad que ahora tenemos? Lo cierto es que las actitudes reflejan mucho de quienes somos, y  lo que creemos.
 “Como un hombre piensa en su corazón, así es” (Prov. 23:7)
El pasaje afirma claramente que el pueblo se quejó. La queja es una de las actitudes más frecuentes en nosotros, llámese creyente o no.  Las quejas son muestra de disconformidad, oposición, protesta o desazón por algo. Ahora bien, uno puede elegir libremente si toma o no ciertas actitudes. En Job, encontramos un ejemplo de esto: “Por tanto, no refrenaré mi boca, sino que hablaré en la angustia de mi espíritu y me quejaré en la amargura de mi alma.” (Job 7:11), y pronto la depresión se apoderaría de este siervo hasta el punto de no querer levantarse de su lecho  “Cuando digo: “Mi lecho me consolará, mi cama aliviará mis quejas” v.13.  Una situación entonces no debe determinar cuál debe ser nuestra actitud; más bien debe ser nuestra actitud  la que dicte el desarrollo de la situación.

2. Inconformismo con lo que se tiene (o no).

Muy pronto este pueblo se olvidó de los portentosos milagros que Dios les había hecho cuando estaban en Egipto. Había enviado plagas y convertido el mar en sangre para amedrentar a los egipcios, les había secado una porción de mar para que pasaran en medio, una nube y una columna de fuego les garantizaba protección de las inclemencias del desierto y hasta pan del  cielo les caía. “Quien nos diera a comer carne. Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde…” (v.4b.5). Mas allá del inconformismo por las circunstancias, su queja era contra Dios por lo que tenían, un maná que se tornó común y simple comparado a lo que comían en Egipto. El apetito de Egipto entonces no solo estaba en su paladar, sino en sus corazones.

Todos los días acontecía un milagro cuando al despertar, los israelitas salían de sus tiendas y veían un tapiz de blanco y esponjoso maná, el cual podían preparar como quisieran.  ¿Sería que este pan del cielo no les saciaba ni alimentaba como para afirmar que se les seca el alma?: -¡Ahora nuestra alma se seca, pues nada sino este maná ven nuestros ojos!- O sería insuficiente, y les parecía que merecían más. Sus deseos les engañaban, el pan que debieran ganar con el sudor de la frente (Gn 3:19) y que ahora caía de manera sobrenatural sobre ellos, ahora es despreciado.

Y surgen dos preguntas para hacernos: ¿Puede uno cansarse de recibir la bendición de Dios sin realizar ningún esfuerzo? ¿Será factible acostumbrarse a la bendición y creer que eso es natural? Pero algo si es seguro, hasta la bendición extraordinaria se transforma en nada, cuando se pierde la perspectiva del Señor.   Parte de la perdida de dicha perspectiva se debió a la influencia que ejerció la “gente extranjera” de la que habla el v.4. Personas de pueblos paganos que en el traslado de Egipto hacia Canaán se juntaron con el pueblo de Dios y serían  estos quienes inyectarían el mortal veneno del desanimo e inconformismo; personas que no conocían el Dios de Israel, que no tenían promesa les harían olvidar el duro trato y los azotes de los látigos de los crueles capataces egipcios. Cuán fácil y peligroso es escuchar las voces que nos desaniman, nos motivan a placeres sensoriales equivocados y nos sacan del centro de la voluntad de Dios. En últimas, esto fue lo que hizo enojar a Dios, lo que partió su corazón: su pueblo amado demostraba ahora con su actitud quejumbrosa ese patrón continuo presente desde tiempos en el edén, su rebeldía contra su Plan, su inconformismo, ingratitud y falta de fe.

3. Inconformismo que resiste a creer en Dios.

Fueron alrededor de 10 veces que los israelitas habían sometido a prueba al Señor (Num.14:22): dos durante el cruce del mar Rojo; dos cuando se quejaron por falta de agua; dos cuando les concedió el maná para comer, dos cuando les concedió la codorniz como alimento; una en el episodio del becerro de oro y por último el caso donde los espías volvieron de la tierra en el desierto de Parán. Los israelitas olvidaban pronto que ese mismo Dios al que reclamaban, les había librado de la dura opresión de Egipto, y su queja expresaba tanto su ingratitud como su incredulidad. La actitud de incredulidad se esparció rápidamente: “Quien nos diera de comer carne, murmuro el pueblo y hasta Moisés “yo medio de un pueblo de seiscientos mil hombres de infantería y tu le dices les daré carne y comerán todo un mes” v.21, se necesitarían degollar mucho ganado y pescar todos los peces del mar, no te creo que vayas a hacer eso, te quedará grande Señor– paráfrasis mía-v.21-23

  ¿Es posible dejar de creer después de tantos hechos sorprendentes? ¿Puede uno olvidarse de los beneficios que ha recibido de una persona, o en este caso Dios, en anteriores oportunidades? La ingratitud es también el olvido por el bien recibido.  La incredulidad hizo que el pueblo sugiriera los 12 espías a una tierra que ya era de su posesión, se amedrentaran y volvieran al desierto, ¡por 38 años más! Por ello nuestras actitudes si son un factor determinante en el estilo de vida y las consecuencias que conllevan.

4. Inconformismo. Frente a  él, una respuesta.

 “Entonces Jehová respondió a Moisés: — ¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no.”v.23

Algunos habrán o estarán pasando situaciones difíciles dónde las circunstancias o los faltantes han generado malestar e incertidumbre y  seguramente lo habrán manifestado en una queja que consciente o inconscientemente han demostrado  falta de fe  o quizá desagradecimiento. ¿Por lo que Dios ha hecho seguramente en otras ocasiones, somos conscientes que El puede obrar de nuevo a nuestro favor? ¿Acaso se ha acortado la mano del Señor esta vez en nuestro beneficio? Dios ha actuado, actúa y actuará en tu caso porque es un Dios bueno y misericordioso (Jer 33:11).  El bien que Dios nos concede (Num 10:32) está siempre en su voluntad, la cual se cumplirá de todas formas. Prueba de dicho amor y misericordia es que nos dio su hijo preciado a darnos salvación, un precio muy alto fue pagado por nuestro rescate (Jn 3:16).

Supe del testimonio de una mujer que sufrió el duro flagelo del secuestro, sometida a los más crueles vejámenes  y cuando  finalmente todo parecía perdido, fue rescatada por el ejército de Colombia. Ella vive cada día como un acto de agradecimiento a Dios por una nueva oportunidad, por ello cantaba de alegría por una nueva misericordia. Qué bueno poder vivir con la actitud de alguien que ha sido rescatado, porque vivir la vida con esa perspectiva dejará a un lado el peso de las circunstancias y resaltará la suficiencia del Dios Todopoderoso.

Debemos tomar responsabilidad sobre nuestras acciones; nuestras actitudes cambiarán partiendo del hecho de reconocer que somos agentes de cambio. Tenemos que dejar de caminar con la mentalidad y el corazón de Egipto. El éxito o la estabilidad no implican la ausencia de problemas, de cambio o faltante de cosas; sino movernos con Dios en cualquier circunstancia. Ver la vida de esta manera nos animará en la espera, nos reconfortara en tiempos difíciles, y sin lugar a dudas nos llevará a terrenos de bendición.

Cobra ánimo, Dios cumplirá al final de cuentas su propósito en ti.

lunes, 30 de julio de 2012

Anhelos y suspiros...

"Señor, delante de ti están todos mis deseos y mi suspiro no te es oculto".   -Salmo 38:9 (RVR)


Muchas veces no nos damos cuenta cuantas veces suspiramos al día. Lo hacemos al terminar una labor que nos ha exigido trabajo, cuando recordamos algo o a alguien grato para nosotros, cuando anhelamos una situación, en un momento triste o también en uno alegre, o simplemente cuando hemos descargado todas nuestras lágrimas. En todas estas circunstancias de manera espontánea y a menudo impercibible, suspiramos. 

El salmista expone que nuestros anhelos y hasta ese aspecto mínimo, que sale de nuestro más profundo ser,  es conocido por Dios. ¡Cuán íntimamente se preocupa El, hasta de los detalles más pequeños de nuestra vida!. Aún los anhelos que no expresamos en voz alta también son oraciones ante sus oídos y es que Dios nos entiende mucho mejor de lo que nosotros mismos nos  podemos entender. 

Con frecuencia estamos tan  ocupados con la rutina diaria que no detallamos los suspiros, ni nuestros más profundos anhelos o preguntas personales. Pero Dios si y se deleita en guiarnos en nuestra jornada espiritual y fortalecer nuestra fe, aun cuando no nos demos cuenta de ello.

miércoles, 23 de marzo de 2011

LA CLINICA



Presta oído, Señor, a mi oración; atiende a la voz de mi clamor. En el día de mi angustia te invoco, porque tú me respondes.--Salmo 86:6-7 (NVI)

Un poco después de la muerte de mi papá, estuve de nuevo en la clínica donde le vi morir. El sonido de los aparatos a los que estaba conectado, el olor a medicamento, el silencio de la UCI aún retumbaban en mi cabeza. Una semana después me encontraba visitando a un hombre, a quien le habían baleado su esposa y le había prometido que le visitaría cuando mi padre saliera de la clínica. Me deshice en lágrimas cuando me topaba con los médicos y enfermeras, al entrar al ascensor y recordar  las tantas veces que subí y bajé desconsolado, el pequeño espacio donde estaba su cama ahora vacío... y todo me recordaba a papá.

Curiosamente siempre he sido llamado a orar por familiares, amigos y conocidos en hospitales y allí, me enfrentaba otra vez  a mis angustias y tristezas, y sabía que en mi servicio para Dios estaría confrontado a menudo conmigo mismo y que estaba en mí convertirme o no, en alguien amargado lleno de recuerdos y quizá resentimiento. Oré entonces: «Querido Dios, ayúdame a vencer esta agonía».  Decidí que, en vez de sentir lástima por mí , en vez de auto-compadecerme, bendeciría a otros siendo instrumento de bendición.
Al poco tiempo noté un cambio en mi actitud. Ahora le doy gracias a Dios por responder a mis oraciones, y recuerdo con amor y agrado los tiempos con mi viejo. Esos tiempos fueron un regalo.

Ahora cuando de paso voy a alguna clínica, no me afecta... Dios me respondió.

lunes, 11 de enero de 2010

La mano de Dios


Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. (Isaias 41:13)

Recuerdo cierta vez de niño, cuando me desprendí de la mano de mi papá en un centro comercial y estuve solo durante un corto tiempo –que pareció una eternidad- sin saber donde se había ido. La sensación fue horrible: a pesar de haber gente por todos lados en el pasillo donde me encontraba, me sentía realmente solo y desamparado en medio de la multitud. Mis ojos se aguaron y el miedo se apoderó rápidamente de mí. Sentí mucho frío y un vacío en mi estómago que no me dejaba ni caminar –¿pero a donde?
Luego cuando le veía venir hacía mi, escuchar su voz llamándome por mi nombre, sentía un gran descanso y la seguridad por estar entre sus brazos de nuevo.

Esta sensación de desamparo, de soledad, de confusión y temor aparece cada vez que siento que Dios no se encuentra a mi lado, cuando no responde o peor , cuando decido apartarme de El.
Hoy día en cualquier circunstancia en la cual aparentemente Dios se encuentra lejos, recuerdo lo que sentía cuando mi padre desaparecía de mi vista, pero también la agradable sensación de estar de nuevo asido de su mano protectora.

En cualquier situación sé que la presencia de Dios está conmigo, siempre y cuando anhele encontrarle . Que su mano me guía y me sostiene cuan padre con su hijo y que su ayuda y misericordia nunca me faltarán!